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domingo, 23 de marzo de 2014

TRASLADO DE MURCIA A HUELVA


RELATO TRAVESIA-TRASLADO DEL KIBO


El Kibo es un velero Beneteau First 32s5 de 10m de eslora aproximadamente. Tras vender mi anterior barco un Beneteau First 25, el Uluru, que tenía base en Mazagón (Huelva), mi pareja M. Angeles y yo compramos el Kibo , que estaba amarrado en Mazarrón (Murcia). En principio pensamos en trasladarlo en camión por tierra, pero por varias razones desestimamos esta opción. Así que tomamos la decisión de llevárnoslo por mar. De Mazarrón a Mazagón, calculé aproximadamente unas 350 millas naúticas, que en 4 días salían a casi 100 millas/día, ufff!! ilusos de nosotros queríamos disponer del último día, el 12 de Octubre, para haber llegado y descansar...
La fecha, por razones de trabajo se eligió desde el 8 hasta el 12 de Octubre de 2011, aprovechando la festividad del Pilar y cogiéndonos 10 y 11 como vacaciones. Primer inconveniente, no teníamos muchos días. Segundo inconveniente, un amigo iba a acompañarnos pero justo el día antes de partir le surge un compromiso y como de costumbre quedamos M. Angeles y yo como únicos tripulantes (a excepción de las primeras millas, en las que también nos acompañaría el vendedor), y sin tiempo para buscar a alguien más.
Segunda cuestión, la meteo. Me preocupaba evidentemente que las condiciones no fueran favorables, y estimé que con vientos y mar de levante, al menos la parte del Mediterraneo iría bien, y teniendo en cuenta que era un viaje de transporte y no de placer, no se debería de bajar la velocidad de 5,5-6 nudos en todo el trayecto, eso implicaba usar motor en muchos momentos.
Otra preocupación era doblar el cabo de Gata en buenas condiciones y de día, y la otra, cruzar el estrecho de Gibraltar de la misma forma.


Durante los días precedentes consulté una y otra vez la meteorología por internet y aunque parecía increíble, todos los días me daba levante moderado y con buena mar, y para el paso del estrecho, el día 11 martes, parecía que habría una ventana de calma favorable para pasar sin problemas.


No quiero aburrir con las cuestiones logísticas, pero sólo mencionar que transportarnos desde Sevilla que es donde vivimos hasta Mazarrón en coche de alquiler fue un trámite complicado, tedioso y caro, que M. Angeles gestionó y solucionó a la perfección. Las combinaciones por ferrocarril o autobus, inviables.


Llegamos el viernes 7 de Octubre por la noche después de más de 500 km. y aprovisionamos el barco, ¡¡palizón palizón!!. Nos fuimos a un hotel cercano para dormir algo y a las 5,30 de la madrugada ya estábamos en el puerto para disponernos a partir, el vendedor llegó aproximadamente un cuarto de hora después, y sobre las 6,15 de la mañana soltamos amarras. El cielo se veía totalmente estrellado, pues aunque cerca de ser luna llena (el día 12) ésta se había puesto ya a esta hora, por lo que la noche era oscura, pero con un cielo precioso cuajado de estrellas.
 
Al salir de la bocana del puerto vemos que sopla un viento del este, por lo que nos aproamos y sacamos la mayor, ponemos rumbo a Aguilas y apagamos motor. M. Angeles venía mala con un resfriado de esos que no se terminan de curar, por lo que le insisto en que se vaya adentro y se acueste. Fuera quedamos Manuel el vendedor y yo, bueno y el piloto automático un magnifico Spx 5 cuyas excelencias narraré más adelante, y al que M. Angeles y yo acordamos en bautizar con el mismo nombre que pusimos al piloto de nuestro anterior barco, o sea “Frasquito”.
El viento empieza a soplar con fuerza, hasta llegar a unos 25 nudos, Manuel en un momento dado me comenta que sería mejor tomar un rizo en la mayor, así que arrancamos motor y comenzamos la maniobra de rizar. Continuamos a vela, el viento continúa subiendo y Manuel me vuelve a comentar que quizá sea más recomendable arriar la mayor y continuar con el génova, ya que el viento nos viene por la aleta casi de popa. Dicho y hecho, y el Kibo poco a poco va acercándose a nuestro primer destino que es el puerto de Aguilas. Ya ha comenzado a amanecer, y el viento va amainando, la mar va calmándose y el día parece perfecto para continuar la singladura. El puerto de Aguilas está a la vista y ya vamos a motor. Manuel releva a Frasquito y comienza la entrada a puerto, que ante mi sorpresa es bastante angosta, empiezo a pensar que de ahí soy yo el que tengo que sacar al Kibo, ¡¡Dios de mi vida!!. A partir de Águilas continuamos solos, a estas alturas yo ya estoy acongojado, ahora soy yo el patrón y M. Angeles mi tripu, pero yo soy el único responsable, y no es que sea la primera vez, pero sí con un barco que no conozco bien, y a más de 300 millas de nuestro destino, por una zona y un mar que no conozco...




 
El día luce magnífico, el viento ahora es una suave brisa de levante y la mar está prácticamente plana. “M. Angeles, vamos a sacar la mayor para ayudar al motor y estabilizar el barco, aproate al viento para que yo tire de la driza”. Primera cagada del viaje cual novato, empiezo a tirar de la driza y noto que la vela se resiste a subir a metro y medio del tope, lo atribuyo a que la mayor en este barco es enorme, y yo al estar acostumbrado a mi anterior barco, debo hacer más fuerza. Winche que te crió, y a darle a la manivelita. “Esto sube por la gloria de mi madre”, y sí, sí que subió, pero claro, no me di cuenta de que los rizos, cuando anteriormente arriamos la mayor, Manuel los cazó en sus stoppers cosa que yo nunca hago, y ahora al estar cazados evitaban que la mayor subiera. Pero subió, la mayor y la contra rígida, arrancando los anclajes de ésta a la botavara. Afortunadamente fueron los remaches de la contra los que se rompieron y no otra cosa, pero ahora no teníamos contra y la botavara estaba libre. Lo soluciono poniéndole una retenida a ambas bandas del barco a la botavara y continuamos viaje. Ahora el protagonista de mover el barco es el motor, pues hace poco viento.
Rumbo “pa bajo”, nos gustaría intentar llegar a cabo de Gata antes de que se haga de noche, o si no, al menos arribar a puerto San José a las puertas del Cabo de Gata para pasar la noche y a la mañana siguiente muy temprano poder doblarlo con la luz del día.
La costa es una preciosidad, y como nosotros estamos acostumbrados al Atlántico, nos encanta el tono azul del agua y el contraste que la escarpada y desértica costa con sus tonos marrones hace con el mar. El motor ruge bien y nos impulsa a una media de 7 nudos.
La mar empieza a embravecer y se va formando ola que nos entra por la aleta de babor, el viento no es todavía muy fuerte, en torno a 8-10 nudos, pero las olas van aumentando de tamaño y empiezan a ser cruzadas, supongo que las formadas por el viento que ha subido y las que se originan por la mar de fondo o la corriente. En cualquier caso, eso parece una montaña rusa... y la gente hasta paga por subirse a ellas!!... pero nosotros en la bañera del Kibo, estamos hasta el moño de tanto meneo. Las olas empiezan a tener una altura considerable, en estas una ola pilla al Kibo por detrás, lo revolea, le hace dar una guiñada brutal escorando a lo bestia y atravesándose a la mar violentamente. M. Angeles y yo, sólo tenemos tiempo de agarrarnos como podemos y a lo que podemos para no salir rodando por la bañera y darnos un buen porrazo. Y he aquí que “Frasquito” reacciona como el profesional que es, da un golpe de timón que hace que el Kibo recupere su rumbo y lo vuelve a meter en el “carril” para que sigamos surfeando las olas, todo en menos de tres segundos. M.Angeles y yo nos miramos, todavía agarrados como garrapatas, con perplejidad y asombro y dirigimos nuestras miradas a “Frasquito” con una mueca mezcla de sonrisa y alivio. Frasquito se ha portado y nos ha gobernado el barco mejor de lo que yo lo hubiera hecho si no hubiera estado haciendo el garrapata para no caerme.
El viento está arreciando y las olas ni os cuento, es alrededor de la 1,30 de la tarde y tenemos por el través el puerto de Garrucha (Almería), todavía queda un buen trecho hasta cabo de Gata, pero empiezo a preguntarme si no sería prudente arribar a Garrucha por cómo pueda evolucionar la meteo a peor, y pido a M. Angeles que llame al puerto para pedir la previsión meteorológica para la tarde. Nos contesta amablemente un señor que nos comenta que se espera F5 y subiendo. “Veniros pa tierra que es mejor”, pero ¿va a estar peor por la tarde? Le pregunta M. Angeles, “haber, fuerza 5 es fuerza 5, veniros para tierra que vais a estar mejor”. Yo miro el Gps de mano que llevo en bañera y veo que la distancia a la que estamos es algo más de 3 millas, le pido a M. Angeles que le diga que en media hora estamos allí. “Perfecto estamos comiendo y ahora os recibo”. En realidad no es que F5 me asuste mucho, pero las olas cada vez eran más grandes y cada vez se hace más y más incómodo navegar en esas condiciones a lo que hay que sumar que estábamos tremendamente cansados.
Aproximándonos al puerto de Garrucha
 
Amarramos en el pantalán del combustible para pasar allí la noche. El puerto algo antiguo pero barato y el personal muy amable. Dimos un paseo por los alrededores y compramos algunas cosas que necesitábamos en esos establecimientos que abundan tanto regentados por chinos.
A la noche atracó a nuestra popa un velero oceánico (no sé qué barco era ni su nombre). Eran dos señores creo que de Bilbao, que venían de Cerdeña e iban de vuelta.
Bueno, pues tras cenar me dispongo a consultar la previsión meteo para el día siguiente, enciendo el ordenador, enchufo el pin de internet y oh! Sorpresa, no funciona, error número tal, etc etc. Vuelvo a intentarlo y lo mismo, la ley de Murphy, cuando más falta hace, nos quedamos sin internet. En el 2011 nosotros todavía no teníamos smartphones. ¿Qué hago? Idea, llamo a mi buen amigo Maxi (Enriaero), y me consulta desde su ordenador el tiempo, la previsión sigue siendo favorable, viento ligero del Este y no demasiada ola.



A la mañana siguiente tenemos previsto partir sobre las 8,00 h. para que tengamos tiempo más que de sobra a doblar cabo de Gata bien de día e incluso poder arribar a algún puerto para repostar. En el barco a nuestra popa, observo también movimiento y uno de sus tripulantes asoma y me pregunta si sabemos el tiempo, le comento que bueno para bajar, así que 15 segundos más tarde están largando amarras y partiendo, me comentan que tienen previsto llegar al puerto de Adra para pasar la noche allí.
Quince minutos más tarde partimos también nosotros y vemos a lo lejos la silueta de nuestros vecinos: “joer cómo corren...” media hora más tarde: “ pues parece que nos estamos acercando”, dos hora más tarde:”ea, diles adios, a esos no los cogemos...”





 
El sol comienza a subir y el día se muestra espectacular, el paisaje es precioso, el contraste de la costa agreste desértica color marrón con el azul del mar me parecen impresionantes. Vamos bajando poco a poco hacia el Cabo de Gata, pasamos Carboneras y San José, y el Cabo aparece impresionate ante nosotros, el estado del mar y viento son magníficos, el viento no nos da para ir sólo a vela y nos entra casi de popa, vamos con la génova y el motor que nos impulsa a una media de 7-8 nudos, las olas también nos entran por popa o por la aleta de babor y las surfeadas nos hacen dar hasta 9 nudos o más. Pasando Cabo de Gata, nos apetece darnos una ducha, y por turnos nos vamos duchando en la plataforma de popa, la temperatura y el paisaje son magníficos y la ducha nos sienta de maravilla, aunque el agua esté algo fría.


 
A la tarde ya hemos pasado Cabo de Gata y la bahía de Almería, el depósito de gasoil está casi a la mitad, pero por consejo de Maxi, no queremos que el nivel baje mucho por si hubiera alguna suciedad en el depósito y nos pueda complicar la vida. Así que decidimos arribar al puerto de Almerimar para repostar y dar un poquito de descanso al motor, la idea es continuar toda la noche hasta el puerto de la Duquesa a las puertas del estrecho.
M. Angeles me pregunta si nos dejarán darnos una ducha caliente en las instalaciones del puerto, a lo que respondo que no creo, porque sólo pararemos en el muelle del combustible, pero que el “no” ya lo tiene, así que le aconsejo que le pregunte al marinero y si cuela, cuela. Total que para nuestra sorpresa el marinero que era un chaval joven superamable, nos dice que vale, que si no tardamos más de media hora, que no hay problema, lo único que los baños están algo alejados, pero a nosotros no nos importa, así estiramos las piernas. Repostamos el depósito del Kibo y lleno también una petaca de unos 12 litros por si acaso. Para nuestra sorpresa, el marinero además de darnos las llaves de los baños, nos dice que si queremos nos acerca en coche que tiene que ir a ayudar a atracar otro barco y pasa por allí. Estamos encantados, la verdad es que en los dos puertos que hemos parado en Almería, han sido muy amables con nosotros, algo que después en los próximos puertos que tocamos por Málaga no fue así.
Tras una magnífica ducha caliente que nos recompuso, volvimos andando al Kibo, la tarde es magnífica, son cerca de las 19,00h y pienso que debemos salir cuanto antes. Desde los pantalanes donde están los baños a lo lejos diviso al Kibo, amarrado al muelle de espera, y me emociono, sé que puede ser una tontería, pero hace muchos años cuando era muy joven, solía visitar este puerto para ver los veleros amarrados y soñaba con que algún día yo también tendría un velero y me imaginaba en ese puerto con mi barco. Ahora allí lo veía amarrado, aunque fuera por corto tiempo.
Largamos amarras, agradeciendo la amable atención y partimos hacia el Mediterraneo occidental, M. Angeles va a la cabina para preparar la singladura nocturna, ropa de abrigo, gorros, linternas, arneses para la linea de vida y algo de comer. El sol comienza a ponerse y la puesta de sol es impresionante. Vamos navegando, creo recordar que entre 2-3 millas de la costa y todo recto hacia Málaga.
Dejando por popa Almerimar
Puesta de sol camino del Mediterraneo Occidental

 
La oscuridad va lentamente cayendo, y en la costa se empiezan a divisar las luces, poco a poco llega la noche y la luna aparece lentamente, es casi luna llena. Es domingo día 9 por la noche, y la noche es apacible y con poco viento. Vamos a motor sin velas, y la media de velocidad es de 7-8 nudos.
Tras comer algo, obligo a M. Angeles a que se vaya adentro y se acueste, pues sigue con el resfriado y sospecho que incluso puede tener algo de fiebre. No sin algo de resistencia y a regañadientes consigo que se vaya al salón y se acueste en uno de los sofás, tras prometerle que estaré continuamente amarrado a la línea de vida.
¡¡Horror!!, se me cierran los ojos, menos mal que “Frasquito” va pilotando a la perfección, pero no debo dormirme y estar atento al rumbo, al ruido del motor y refrigeración (nunca se sabe) y algún otro barco u objeto que haya por ahí en medio. En una ocasión, un amigo armador de un barco, tras una regata en Cádiz y tras hartarse de copas, salió él solo para transportar el barco hacia el puerto base, puso el piloto automático y se fue a dormir al camarote. Tras cinco horas, despertó sin ningún contratiempo... los milagros algunas veces existen...
Pero yo quería mantenerme despierto, me tomo una Coca Cola, pero aún así me duermo, o mejor dicho doy algunas cabezadas. Aguanto y aguanto, y al fin consigo vencer al sueño, ya estoy despierto y dispuesto a pegarme la navegada del tirón.
La noche es preciosa, y se ve muy bien ya que la luna ilumina todo el entorno. M. Angeles continúa dentro y yo estoy sentado en la bañera atento a los diversos parámetros, pero al mismo tiempo relajado y pensativo. Hay algo de ola, y en la banda de estribor que es donde estoy sentado, de vez en cuando parecen verse los chapoteos de la ola. Pero me da la sensación de que algo raro hay en ciertos chapoteos, estoy muy cansado y ya empiezo a imaginar y ver cosas raras... pero yo diría que presiento como si alguien me acompañara o estuviera cerca, y en la bañera sólo estoy yo, me asomo a la cabina y M. Angeles sigue allí acostada. Y ante mi sorpresa por fin salgo de dudas, un delfín, lleva un rato al lado del Kibo justo a la altura donde yo estoy sentado acompañándome. No sé cuándo se fue pero al menos más de media hora lo estuve viendo cómo nadaba a mi lado.
Poco a poco va pasando primero la costa de Granada, Motril, Puerto Marina del Este, con la Herradura al lado, y vamos llegando a la costa de Málaga. De vez en cuando voy mirando hacia adelante, nunca se sabe, y de repente me parece ver una luz muy cerca, sí es la luz de un mástil, primero blanca de alcance, es un velero que va muy lento a vela, va casi en mi rumbo, y a la velocidad que vamos, nos estamos acercando muy rápido, creo que las velas son algo oscuras así como el casco, y no se vé muy bien. Varío el rumbo pues creo que podemos colisionar y pasamos a escasos 150 metros, creo que son “guiris” pero no puedo distinguir su pabellón, la luna ilumina pero no tanto. Hay que estar atentos y no relajarse del todo. Para entonces M. Angeles se ha despertado y está en la bañera a mi lado, yo estoy más muerto que vivo y me dejo convencer para que la deje sola un rato y bajarme al salón a echarme un rato, no sin antes insistirle en que esté atenta a ésto, aquéllo y lo otro, y que si hay algún cambio de ruido en el motor o donde sea me avise rápidamente.
Pensaba que sólo me quedaría media horita medio traspuesto, pero resulta que me he quedado “frito” algo más de una hora y media. Después, M. Angeles me comentaría que también estuvo acompañada de un delfín. Bueno, estamos los dos en la bañera, y ya se ha formado bastante más ola y estamos algo más moviditos, miro el nivel del depósito y veo que ya está bajando a la mitad. Buff, no quiero que baje más, y decido que vamos a echarle al depósito los litros que llevo en la petaca. La boca de llenado está hacia proa, un poco más adelantada de los obenques y en la banda de estribor. Le comento a M. Angeles que me tiene que ayudar, pero antes debemos plantear meticulosamente la maniobra, paso por paso y sin prisas pero sin pausa. Horror, no tengo embudo, no importa, improviso uno, corto una botella de agua mineral y le quito el tapón, ya tengo embudo. Primero M. Angeles, se va a la boca de llenado con la linterna frontal y se engancha allí a la línea de vida. Después yo poco a poco con la petaca me voy acercando. Me engancho a la línea y abro el tapón. M. Angeles sujeta el embudo y yo voy vaciando la petaca. Es algo complicado, con las olas, de noche, la petaca medio derramándose... pero todo sale a la perfección, y vamos ejecutando los movimientos paso a paso y con meticulosidad. Misión cumplida y el nivel de combustible vuelve a tener un nivel aceptable, pero hago cálculos y veo que no me va a dar para llegar con un nivel “seguro” hasta puerto la Duquesa que es donde tenemos previsto amarrar y pasar la siguiente noche antes de afrontar el paso del Estrecho. Me voy al ploter y al derrotero y estimo que lo más sensato es dirigirnos al puerto de Marina Benalmádena para repostar, nos da prácticamente rumbo recto y después bajaremos a la Duquesa. Empieza a amanecer del día 10 lunes, ya no sé ni en qué día vivo, pues la última noche que paramos y dormimos fue el Sábado, llevamos más de 24 horas sin dormir.

 
Ya es casi de día, y Marina Benalmádena está a la vista, hacemos la aproximación, y vamos entrando por la bocana, no hay sitio en el muelle de espera, hay un enorme catamarán amarrado a un estremo, y un monocasco a su popa con buceadores, parece que están haciendo trabajos en el fondo, el otro tramo de muelle está cerrado con obras. Damos dos vueltas por la dársena y nada, imposible, a gritos le digo a un marinero que anda por el muelle que sólo necesito repostar, y me contesta con cara de poco amigo que no hay gasolinera hasta las tres de la tarde y tampoco hay sitio para amarrar, los que están por los alrededores por el otro barco también nos miran como perdonándonos la vida. Qué derroche de amabilidad!! estamos reventados y necesitamos repostar para continuar.
Decido que nos acercaremos a Fuengirola pues está cerca y de camino al puerto de la Duquesa.


 
Tras unas pocas millas, llegamos al puerto deportivo de Fuengirola, el sol está ya algo más alto y sopla viento del este de unos 10-13 nudos (no recuerdo exactamente). Entramos por la bocana y por allí no hay ni el tato, así que veo un muelle de espera y trato de atracar, pero el viento me separa y la maniobra tengo que volver a repetirla, con dificultad por el viento y el cansancio que arrastramos conseguimos atracar. Saltamos a tierra para ver si alguien nos atiende y nos puede suministrar combustible. Tras llamar a la oficina del puerto y después de varios intentos, nos dicen que hasta las tres de la tarde no hay combustible. Genial, se me ocurre coger la petaca y alguna garrafa de 5 litros de agua mineral que llevamos vacía e irnos andando a alguna gasolinera para cargar gasoil.
Bueno, para no extenderme mucho, diré que la caminata hasta la gasolinera y vuelta con el gasoil a cuestas fue lo que nos faltaba, a eso añadir provisiones que M. Angeles compró en un supermercado al lado de la gasolinera. Agotador, y el personal del puerto tampoco se mostró excesivamente amable, ya que para poder entrar al muelle de espera donde estaba el Kibo amarrado había una verja que debían abrirnos. Pero por fin ya teníamos otra vez el depósito lleno o casi y podíamos partir al siguiente puerto (la Duquesa) para poder pasar durmiendo la noche del lunes y salir al día siguiente hacia el estrecho.
 
Llegamos a la Duquesa sin más contratiempos, el tiempo estupendo, ligero levante y a motor. La atención en ese puerto magnífica, ya habíamos estado en el 2007 con nuestro Uluru por allí de vacaciones y fue un puerto que nos gustó. Por cierto que fue la primera vez que atraqué al Kibo de popa y en un puerto sin fingers como los del Atlántico, pero al final la maniobra salió a la perfección. Estabamos literalmente agotados y tras ordenar el barco, revisar que todo estaba en orden y dar un buen mangerazo para endulzar toda la cubierta, nos dimos una buena ducha de agua caliente, una cenita y a la cama, pues al día siguiente martes 11 temprano afrontaríamos el cruce del Estrecho, y era la mejor oportunidad que tendríamos para que las condiciones meteorológicas y de corriente nos fueran favorables.


Martes 11 Octubre de 2011, amanece un día magnífico, y muy temprano nos disponemos a afrontar el Estrecho. Salimos de la bocana del puerto para poner rumbo a Gibraltar, pero observo que hay unos pesqueros faenando por nuestra proa y tienen intercaladas redes en el agua, así que decido dar un rodeo para no tener problemas y no molestarles. Abro rumbo más hacia el sur, pero los pesqueros vuelven a cerrarnos el paso por la proa... bueno no pasa nada, ellos están trabajando, aunque nosotros tampoco vamos de placer, necesitamos no perder tiempo para aprovechar la marea y la corriente a favor para poder cruzar el estrecho. Vuelvo a cambiar de rumbo, esta vez hacia el Este, y ante mi sorpresa uno de los pesqueros comienza a navegar por mi estribor también hacia el este para cortarme el paso. Decido acelerar el motor para adelantarme y pasarle por su proa y poder volver a poner rumbo oeste, pero el pesquero claramente acelera y sigue cerrándonos el paso hacia el oeste. Mi grado de indignación y cabreo es muy elevado, además no entiendo el porqué de esa actitud, en ningún momento hemos querido molestarlos y hasta he preferido cambiar desde el primer momento el rumbo para evitarlos. Al final decido parar motor y parar el barco, dejarlos alejarse y cuando veo que están a una cierta distancia, vuelvo a poner primero rumbo sur para ir cambiando poco a poco hacia el oeste. Todo ésto nos ha hecho retrasarnos y hacer alguna milla más, y deseo que estos amables pescadores se vayan con sus queridas madres, a buscar a sus desconocidos padres.


Por fin vamos enfilando el Estrecho, el día es muy tranquilo, y vamos a motor con el génova primero y después sin ninguna vela, ya que hay muchos mercantes fondeados y sé que por el estrecho hay mucho tráfico, así que prefiero tener mejor visibilidad.


De repente oimos un golpe contra la cubierta, me asusto, no sé qué ha sido ese ruido, no veo nada anormal. Decido ir a proa a inspeccionar toda la cubierta y descubro que el soporte que estaba a tope de palo y que contenía la veleta de viento y el anemómetro se ha caído, la suerte es que la mar estaba llana y el barco no iba escorado, por lo que todo el conjunto ha caído sobre la cubierta, la veleta ha quedado rota, pero por suerte el anemómetro que es Tac Tic inalámbrico está entero y no se ha roto. Otra de las chapuzas que traía el barco y que con el tiempo tendré que solucionar de forma eficiente, pensé.








 
Poco a poco vamos dejando el Mediterráneo y vamos entrando en el Atlántico, siento como que estoy más cerca de casa, en el Atlántico me siento más cómodo por que estoy más acostumbrado a navegar en él, pero realmente la zona por la que en este momento estamos pasando es algo compleja, desde tarifa hasta Barbate hay algunas zonas que pueden ser peligrosas. De hecho conforme salimos del estrecho, la mar empieza a ponerse más brava y el viento de sureste arrecia. Por otro lado, una manada de delfines nos salen al encuentro y nos acompañan juguetones, ofreciéndonos un espectáculo fantástico.


Dejando por popa el peñón y el estrecho







 
Continuamos a lo largo del día subiendo por la costa atlántica de Cádiz, viéndo pasar por nuestro estribor Trafalgar, Barbate, Conil, Zahara, etc. Le di varias millas de resguardo para evitar bajos, el viento era suave de levante por lo que íbamos a vela y motor haciendo medias de 7 nudos. Al caer la noche ya vamos acercándonos a la bahía de Cádiz, y pasando por nuestro estribor Cádiz, y ya entrando en la bahía de noche tuvimos un pequeño susto del que nos libró el AIS. La cuestión es que ya de noche y cansados, veíamos las luces a lo lejos de la bahía pero todo alrededor estaba oscuro pues la luna no estaba alta, y no sé por qué tuve un presentimiento o fue el angel de la guarda, lo cierto es que de repente me dio por bajar a la mesa de cartas y mirar el plotter, y veo que el AIS me señala un barco por nuestro estribor en rumbo de colisión bastante cerca, mal asunto, miro y me dice que es un pesquero... así que salgo corriendo a la bañera y empiezo a buscar sus luces de navegación, y tras un rato buscando y forzando la vista, ahí estaba, efectivamente por nuestro estribor y acercándose a toda máquina a unos 200 metros en rumbo de colsión. Rápidamente di un “volantazo”, es decir quité a “Frasquito” y cogí yo la caña para apartarme, quitar máquina y dejarlo pasar, uff por los pelos, esta vez no lo habíamos visto y gracias al AIS y a mi intuición o a la divina providencia nos libramos.
Continuamos pues adentrándonos por la bahía de Cádiz, eran sobre las 10,30- 11,00 de la noche, y nos planteamos si continuar ya del tirón hasta Mazagón o parar en el puerto de Rota a pasar la noche y continuar al día siguiente. Estabamos totalmente reventados y tras sopesarlo, decidimos pasar la noche en Rota y continuar al día siguiente. Dicho y hecho, sobre las 12,00 de la noche estabamos atracando en el pantalán de espera del puerto de Rota. A esa hora y como ya viene ocurriendo en los puertos de la Junta de Andalucía (gracias a su nefasta gestión y las barbaridades en tarifas y servicios que están cometiendo) resulta que no había ni marineros ni nadie responsable, tan solo el vigilante nocturno de una empresa de seguridad. Este nos dice que si queremos pasar la noche que nos tenemos que quedar en el pantalán de espera, ya que al no haber nadie del puerto, es el procedimiento. Al final y gracias a la gestión y cierta amistad que habia entre el vigilante y nuestro amigo Salvador, armador junto con su mujer Mª. Del Rosario del Asatru, un flamante Bavaria 40 impresionante, con base en Rota, el vigilante accedió a dejarnos atracar en un atraque.
Una vez que el vigilante nos dijo qué atraques estaban disponibles, y con el compromiso de que al día siguiente cuando abrieran la oficina fueramos a hacer la entrada del barco, atracamos. Nos dimos una buena ducha de agua caliente y fuimos al Asatru donde nuestros amigos nos dieron de cenar, recuerdo que lo primero fue una sopa caliente que nos supo a gloria y nos recompuso. Tras un rato de charla y contar nuestras aventuras, nos fuimos a la cama a dormir.
La verdad es que ya nos sentíamos prácticamente en casa, de hecho, he veraneado muchos años en Rota y fue el primer puerto en el que empecé a navegar. Así que al día siguiente nos levantamos algo más tarde y más tranquilos, repostamos combustible y tras despedirnos de nuestros amigos, salimos a hacer la última singladura de esta travesía de traslado del Kibo.
El día era tranquilo, con poco viento así que hasta Matalascañas fuimos a motor y mayor, cuando faltaban unas 10 millas para llegar, ya por la tarde, se empezó a levantar algo de viento, así que apagué motor y seguimos navegando a vela. Y justo cuando quedaban unas cuantas millas por llegar, pongo a Fraskito

para que él también disfrute de la navegación a vela, con la mala suerte de que sin querer le doy con la rodilla a la caña, rompiendo un tornillo que lleva y hace de tope para que apoye horizontalmente. Verdaderamente el sistema que Beneteau puso para el tope horizontal de la caña es increíblemente malo y débil. Así que improviso un tope con un espiche de madera al que tengo que reducir el tamaño con una navaja para que encaje y haga de tope. Posteriormente lo reparé y le hice un sistema mucho más resistente y fiable que el original.
Finalmente fue emocionante ver aparecer el espigón de la ría de Huelva, ya estabamos definitivamente en casa, era el día 12 de Octubre y el Kibo ya estaba amarrado en el puerto de Mazagón. Nos parecía increíble, porque antes de empezar esta travesía teníamos muchas dudas de si seríamos capaces por la cantidad de factores que podían ponerse en contra, y éramos sólo dos para afrontar semejante aventura, pero afortunadamente todo salió bastante bien.




El espigón con su faro, de la ría de Huelva























sábado, 1 de marzo de 2014

LIGA DE INVIERNO DE MAZAGON

Este es el segundo año que la liga de invierno de Mazagón se realiza encuadrada en el nuevo "Club de Vela de Mazagón", gracias al esfuerzo de todos los regatistas de Mazagón y a Meli nuestra presidenta. Ya tenemos nuevo local y poco a poco vamos teniendo nombre.
Es la primera liga que hacemos con el Kibo tras su restauración, y aunque no hemos podido participar en las dos primeras mangas, por fin hemos podido participar en la tercera manga, pero con bajas en nuestra tripulación, una definitiva y otra temporal, así que sólo fuimos tres tripulantes los que pudimos pelear en esta manga. Como todavía no tenemos velas apropiadas para regatas y la tripulación está algo "verde" después de tanto tiempo sin navegar, decidí que este año seguiremos en categoría Open.
El resultado para nosotros ha sido un segundo puesto, del que estamos muy orgullosos, sobre todo por lo difícil que fue superar a barcos con velas de carbono ligeras en un día de muy poco viento, nada apropiado para nuestras pesadas velas.
Trofeo al segundo en Open, realizado artesanalmente por nuestro amigo y tripulante del Amelia, Paco. Todo un artista!!